Entrevistamos a Rosa Gallardo, Directora de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos y de Montes en Universidad de Córdoba
El tema central de las jornadas este 2022 se basará en analizar los logros obtenidos, hasta el momento, en materia de sostenibilidad en sus tres ámbitos, medioambiental, social y económico. ¿Cuáles son los principales retos que afronta el sector agroalimentario tanto a nivel nacional como europeo?
Sin duda alguna el sector agroalimentario se enfrenta a grandes retos que se han visto agudizados por la complicada situación geopolítica por la que atravesamos, que nos ha vuelto a recordar algo que durante años parecía haberse olvidado y es que garantizar la alimentación es nuestro primer deber. Se están produciendo desajustes en el mercado, en España es poco probable que suframos desabastecimiento, pero sí una subida de precios.
El escenario al que nos enfrentamos es complejo, nos exige producir más y producir mejor, es decir, nos exige más eficiencia en el uso de unos recursos que cada vez son más escasos y nos exige al mismo tiempo proteger el planeta. Avanzar simultáneamente en estas tres direcciones (productividad, rentabilidad y sostenibilidad) solo es posible con innovación, ámbito en el que emerge con fuerza la transformación digital en el sector agroalimentario.
Creo que digitalización y sostenibilidad es el binomio del futuro: La digitalización como instrumento para la sostenibilidad, porque es lo que va a permitir que la agricultura sea más sostenible, más rentable y productiva. La digitalización nos va a permitir avanzar en la optimización de los procesos y en las tres dimensiones de la sostenibilidad (económica, social y ambiental).
La sostenibilidad es una exigencia sin duda del entorno, por supuesto del entorno institucional, pero también del consumidor y del cliente, algo que hace que se convierta en un valor que se puede visibilizar a través de herramientas digitales que pueden demostrar que el sector analiza, mide, optimiza, y también que el sector garantiza calidad y trazabilidad, lo que sin duda genera confianza y eso tiene un valor enorme. Hay un aspecto ligado con fuerza hoy en día a la confianza que es la garantía de suministro. En los tiempos que corren, los grandes clientes estarán dispuestos a pagar un poco más a quién les garanticen un suministro estable y seguro a los precios y calidades acordadas.
En definitiva, creo que nuestra mirada hacia la sostenibilidad debe ser no tanto como un requisito o exigencia, sino como una oportunidad y un valor que el sector agroalimentario ofrece y la digitalización nos puede ayudar mucho a aprovechar esa oportunidad.
¿Está el sector agroalimentario preparado para encarar estos desafíos?
Creo que los avances tecnológicos que se han producido son enormes, la tecnología está disponible para el sector, pero no es exclusivamente un problema tecnológico al que nos enfrentamos, la tecnología es el medio, no el fin. El problema es cómo incrementar la tasa de adopción de la tecnología para que nadie se quede atrás, para que todo el sector pueda adoptar mejores decisiones y aprovechar todo el potencial que ofrece la transformación digital.
Son oportunidades de tipo económico (aumentar la productividad, reducir los costes de producción y de logística, reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos, aumentar las oportunidades de mercado, permitir la detección precoz de riesgos productivos o mejorar la gestión de riesgos). También hay oportunidades de carácter medioambiental (optimizar el uso de recursos escasos, reducir emisiones, seguir las huellas hídricas y de carbono, acortar los circuitos o favorecer el control de fertilizantes y fitosanitarios), y por supuesto oportunidades para los consumidores (mayor transparencia y trazabilidad, garantías de calidad o facilitar la compra online).
Las oportunidades están ahí, el reto al que nos enfrentamos es cómo hacemos para aprovecharlas, y destaco algunas claves. La primera de ellas es la necesidad de capacitación y formación de todos los actores que conforman la cadena de valor agroalimentaria. La segunda clave es la conectividad, imprescindible en el medio rural y en todas las explotaciones agrarias. La tercera clave, esencial, es la necesidad de disponer de datos, que transformados en información ayuden a tomar mejores decisiones. En este punto destaco por un lado la interoperabilidad, estamos hablando de una cadena de valor y por tanto la estrategia de transformación digital debe ser integral, y por otro lado la necesidad de cambiar actitudes para agregar valor compartiendo datos, es un cambio cultural necesario. La cuarta clave son las alianzas, necesitamos trabajar juntos para avanzar, crear ecosistemas en los que estén implicados agricultores, empresas agroalimentarias, empresas tecnológicas, entidades financieras, Administraciones, Centros de Investigación y Universidades, todos tenemos responsabilidad para encarar con éxito este desafío. Y por último el imprescindible relevo generacional, necesitamos jóvenes para que esta transformación digital se produzca y avance al ritmo adecuado. Estoy convencida de que esta realidad del sector agroalimentario con una presencia contundente de la innovación y la digitalización va a atraer jóvenes y talento a un sector que tiene un gran futuro.
¿Qué papel juega la universidad para alcanzar estos objetivos sostenibles?
La Universidad debe jugar un papel importante, pero siempre dentro de ese ecosistema de apoyo a la innovación del sector al que he hecho referencia. La universidad debe estar atenta a las necesidades del sector y debe acompañarlo en este proceso de transformación digital que será determinante para su futuro. El modelo lineal de innovación, que asume que la investigación lleva automáticamente a la innovación, no es cierto, son imprescindibles redes de innovación, de las que sin duda debe formar parte la Universidad. Se trata de ecosistemas de innovación abierta, basados en la cooperación y en la co-creación, en los que se reconoce el valor del conocimiento, no sólo científico, también el procedente de la práctica.
Por otro lado, la universidad tiene responsabilidad en la formación de profesionales que respondan a la actual realidad del sector agroalimentario. Estamos formando profesionales que tienen expertise de dominio, que conocen bien el sector agroalimentario y que tienen al mismo tiempo competencias digitales suficientes. E igualmente es imprescindible la capacitación de los distintos actores de la cadena de valor agroalimentaria para lo que existen diversas , tanto públicas como privadas, a disposición de este sector.
¿Cómo ayuda la organización de este tipo de jornada a dar respuesta a los problemas del campo y la industria? ¿Por qué recomendarías participar este año en la XXXIV edición de las Jornadas Técnicas de la AETC en Córdoba?
La organización de este tipo de Jornadas me parece fundamental. Por un lado para poder reflexionar juntos sobre la situación actual que vive el campo y la industria agroalimentaria y lo que es más importante, para poder comprometernos a abordar juntos los retos y desafíos que el contexto tan cambiante que estamos viviendo nos presenta. Sin duda la agricultura y la alimentación está en estos momentos en el centro del debate, asistimos a un reposicionamiento estratégico del sector agroalimentario y posiblemente a la necesidad de repensar la cadena de valor y creo que tenemos que repensarla juntos. Para ello estas Jornadas ofrecen una oportunidad única para analizar, para comprometernos y para comunicar la realidad de un sector en un momento en el que la sociedad y el mundo en general ha girado su mirada hacia el ámbito agroalimentario. Sin duda no hay un sector más estratégico, con mayor potencial y futuro que el este, tenemos oportunidades y es responsabilidad de todos hacerlo bien. La participación en la XXXIV edición de las Jornadas Técnicas de la AECT en Córdoba es una oportunidad para implicarnos todos en la respuesta a este gran reto que el sector tiene por delante.